jueves, 30 de agosto de 2012

Prólogo.


Tenía muy seguro todo lo que quería en la vida. Por desgracia, yo no.
Ella era quién andaba un paso por delante, se alejaba y me miraba desde allí . A menudo me preguntaba por qué la vida nos había juntado, por qué nos había elegido a nosotros. Probablemente éramos las personas más distintas de la tierra, podría nombrar mil antónimos para describirnos, pero con esta referencia es más que suficiente para comprender.
Aún así nos complementábamos. No sé, era cómo una especie de extraña atracción. Yo me quedaba atrás y ella me cogía, me sacaba adelante y me imponía su verdad.
Poco le importaba lo que pensaran los demás. Para ella la vida era  su mundo, y así, es como debe ser.
 Tenia como un eje magnético que me atraía hacia ella. Era imposible de descifrar qué era lo qué tenía. Cuanto más lejos quería estar más me acercaba. Era como una droga, una droga dura. Contra mas intentaba salir de ella ,más dentro estaba.

No sé si esto le ha ocurrido con todos los hombres con los que ha estado, imagino que sí. Ella tenía un don. Todo parecía estar hecho para ella.
Te contaba sus temores e inquietudes con una facilidad pasmosa, pero luego nadie sabía que había en el fondo. Tenía en el alma una caja de secretos que nada ni nadie se había atrevido a abrir jamás.
Sin embargo , ella te contaba todo lo que pasaba por su inquietante mente y aunque así fuera sabias que siempre guardaba algo bajo llave, siempre había algún misterio que tú no sabias. Supongo que eso era lo que le aportaba ese aura de misterio y tanto enganchaba.

 Cuando la conocí no sabía dónde me estaba metiendo. Ella era un mundo, un mundo aparte del nuestro propio. Quizá era la persona más compleja y especial que había conocido y por mucho que doliera siempre quería más.

>Ella siempre estuvo ahí, desde niños sabía quién era.
Alba tenía mi misma edad , y ya en el instituto su imagen no pasaba desapercibida.
No era que ella se hiciese notar, para nada. Tenía “algo”.
Los años de instituto pasaron fugazmente ajenos a lo que más tarde sucedería. Nunca crucé una  palabra con Alba, la escuché hablar un par de veces con sus amigas y supongo que ella también a mí.
Realmente, no hacía falta cruzar  ninguna palabra con ella para darse cuenta a simple vista como era Alba. Aunque su alma guardaba más secretos , era fuerte, segura de sí misma y hacía un extraño esfuerzo por no llamar la atención, pero sin duda, lo que más te sorprendía de ella era su naturalidad.

Esa naturalidad que tanto la describía fue creciendo con los años, haciendo de ella una mujer desenvuelta, sin miedo a nada y con mucho que decir.

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